Corte Constitucional dio la orden, tras años de lucha judicial de familias de la vereda Guacamayas.
A Víctor Páez Medrano le faltó un mes de vida para cumplir el sueño de recuperar el título de propiedad de su tierra, el hogar que con esfuerzo construyó, tras llegar en 1975 a una zona baldía de Turbo (Urabá antioqueño). Su esposa María Candelaria Díaz recuerda con dolor que ambos arribaron al lugar con sus cinco hijos pequeños. Todo era cielo y monte, dice la mujer de tez oscura y ojos tristes.
Poco a poco empezaron a cortar maleza y hierba, a levantar un “ranchito”, a cultivar arroz y maíz y a incursionar en la ganadería. Tuvieron una vida feliz y dos hijos más nacieron. Con otras familias, que siguieron su mismo camino, fundaron la vereda Guacamayas.
Esos recuerdos se agolparon en la mente de María Candelaria el pasado 15 de mayo, cuando la juez Primera Civil de Restitución de Tierras de Quibdó (Chocó) llegó hasta allí para iniciar la entrega material de 12 predios, de los cuales el de su familia, llamado La Candelaria, de 168 hectáreas, fue el primero. La felicidad de recuperar la tierra que la violencia les obligó a dejar en 1997 no era completa porque un cáncer no permitió que su esposo, de 84 años, estuviera para vivirla juntos.
“Siente uno una cantidad de sentimientos encontrados porque este era el sueño de mi esposo, pero también siente uno mucha emoción y le da gracias a Dios porque volvimos a recuperar lo que él con tanto esfuerzo levantó”, dice la mujer, rodeada de varios de sus hijos, entre ellos Carlos Páez, el designado por la familia para firmar el acta de restitución.
Este emotivo hecho también lo vivieron ocho hogares más, para un total de 12 fincas devueltas por la juez, entre el 15 y el 16 de mayo, y que suman entre todas unas 800 hectáreas.
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